Este palacio está situado en la parte más elevada del Cerro del Sol, por encima de las huertas del Generalife, de los Alijares y de la Silla del Moro.
Su hallazgo casual, con motivo de una repoblación de pinares, se realizó en 1933, efectuando su excavación durante tres años por el arquitecto don Leopoldo Torres Balbás.
El conjunto aparecía distribuido en torno a un patio central. En su extremo noroeste aparecieron restos que se identificaron como un sistema hidráulico de elevación del agua de un pozo mediante noria.
En el lateral occidental del patio aparecieron restos de una galería corrida abierta al patio. Todo el conjunto está envuelto por un muro que forma una especie de barbacana prolongándose de norte a sur. También se apreciaron diversas muestras de solería junto a los muros.
En el centro del patio aparecieron los restos de una alberca, con restos de canalización, probablemente de desagüe.
La zona más construida del Palacio estaba situada al sur del patio, en cuyo eje central abría una puerta de acceso a varias estancias. A poniente se encuentra el muro general del recinto, que decíamos, pudo formar una barbacana y parece cerrar la zona de vivienda del Palacio.
A levante se conservó la planta de un baño completo, al que se accedía desde el patio por un pasillo con doble recodo, tras el que se llegaba a una sala cuadrada en cuyo centro conservó una fuente circular de mármol, encuadrada por un paño de alicatado, lo más importante hallado de la decoración del Palacio.
Más a levante estaba la sala caliente del baño, bajo la que aparecieron los restos incompletos del hipocausto. Otros muros al sur del baño indican la existencia probable de construcciones prolongadas hacia este lugar.
Los fragmentos de yesería, solerías y alicatados nos muestran la importancia que tuvo el Palacio.